Enrique Vela
En una imagen horizontal del universo
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Los colores eran elemento esencial para identificar y otorgar significado.
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La hematita se utilizó ampliamente para decorar cerámicas y murales.
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México
Posclásico Tardío. La cantidad de grana tributada anualmente a Tenochtitlan, 65 cargas, podría haber alcanzado la cifra de unas 9 750 libras. También se obtenía por comercio, y ya procesada se vendía en los mercados en forma de “panes”.
A la llegada de los españoles, las principales zonas de cultivo de grana cochinilla eran Tlaxcala, Huejotzingo, Cholula, Tepeaca, Tecamachalco y algunas regiones de Oaxaca.
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Este mineral, un sulfuro con alto contenido de mercurio, se encuentra cerca de depósitos volcánicos.
En La Venta se encontraron entierros olmecas, de entre 900 a 400 a.C., cubiertos con cinabrio. Tanto los cuerpos como las ofrendas que los acompañaban habían sido pintados de rojo pero hay casos en los que el depósito consta de objetos de jade con restos de cinabrio. Esta práctica persistiría en las épocas subsecuentes.
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El uso de plumas rojas era común. Se les utilizaba para ser parte –ya sea como complemento o como elemento principal– de atavíos, tocados y objetos suntuarios y rituales. Es de hacer notar que su uso estaba claramente delimitado a prendas utilizadas por la nobleza, los guerreros y los dioses y por los participantes en ciertas fiestas, en especial en las dedicadas al Sol.
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Clasificación biológica
Nombre común: grana cochinilla. Nombre científico: Dactylopius coccus. Filo: Arthropoda. Clase: Insecta. Familia: Dactylopiidae. Orden: Hemiptera.
Hábitat
Las pencas de varias especies de los géneros Opuntia y Nopalea, plantas a las que parasitan. Éstas pueden sostener poblaciones del insecto por hasta siete años sin morir, aunque si es infestado con la cochinilla silvestre pueden secarse en seis meses.
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En la época prehispánica, al cinabrio, la hematita y la cochinilla se sumaban los tintes rojos obtenidos de plantas. Los principales eran el palo de Campeche, el achiote y el palo de Brasil, los cuales se utilizaban principalmente para teñir textiles y decorar el cuerpo. Además de los tintes y pigmentos que se obtenían de minerales y plantas, se recurría a otros elementos para conferir los significados inherentes al rojo a atavíos y objetos, entre ellos plumas, conchas y piedras preciosas.
Dedicamos esta edición especial de Arqueología Mexicana al rojo, la primera de lo que esperamos sea una serie que incluirá otros colores fundamentales, como el azul o el verde, en el pensamiento mesoamericano.