Para entender la naturaleza de lo existente, los hombres imaginan una secuencia de aventuras que desemboca en el momento justo de formación de este mundo.
La concha resistió las condiciones de los enterramientos, lo que no sucedió con los textiles y otros materiales perecederos. Los habitantes de Mesoamérica elaboraron complejos atavíos para sus deidades en los que plasmaron sus más finas habilidades y su devoción.