Los habitantes de Mesoamérica elaboraron complejos atavíos para sus deidades en los que plasmaron sus más finas habilidades y su devoción.
Puede advertirse que en general el repertorio de prendas que portan las deidades se parecen en tipo y silueta al que tuvieron los miembros de las sociedades mesoamericanas. Además de resolver aspectos funcionales y de protección, la ropa sirvió para ostentar claramente la jerarquía y diferenciar sectores sociales. Lo mismo pasó con los dioses: las prendas de su atuendo fueron el medio para demostrar su carácter sobrenatural, distinguir o compartir atributos, y eventualmente transferirlos a quienes los representaban. De esta manera, la ropa utilizada en las ceremonias debía ser diferente –aunque no en forma– y desplegar ostensiblemente el carácter divino. Esto se logró eligiendo los materiales más exclusivos y exóticos e invirtiendo un enorme esfuerzo y tiempo para confeccionarla.
En los últimos años se han podido recuperar y estudiar algunas prendas arqueológicas provenientes de contextos ceremoniales. A pesar de que su cantidad no es cuantiosa, resulta muy significativa, pues se observa un enorme contraste en la abundancia y variedad de representaciones de vestimentas plasmadas en esculturas, pinturas y otros objetos, o las referidas en las fuentes documentales, en relación con aquellas que se han hallado en los contextos arqueológicos. Lo anterior podría explicarse gracias a los resultados de estudios recientes que señalan que esas vestimentas eran telas con aplicaciones o bordados de materias primas preciosas que ornamentaban sus superficies. Por tanto, los textiles y otros materiales perecederos no resistieron las condiciones de los enterramientos. Sin embargo, algunos de sus componentes sí lograron conservarse. Tal es el caso de ciertos elementos ornamentales elaborados con conchas que cubrían total o parcialmente el exterior de esas vestimentas.
Las conchas en forma de agrupamientos de pendientes han sido halladas en varios sitios de Mesoamérica de distintas temporalidades: El Huistle y Huitzilapa en Jalisco, Tula en Hidalgo, Oxtankah en Quintana Roo, Calakmul en Campeche, Teotihuacan en el estado de México y Zacatenco y Tenochtitlan en la Ciudad de México, por citar algunos. Sabemos que las conchas fueron muy apreciadas por las culturas prehispánicas. Estaban relacionadas con el agua, la fertilidad, las estrellas del cielo nocturno, la Luna y las riquezas del inframundo. Pero hay otros aspectos que explican por qué fueron elegidas para la confección de las prendas: tal es el caso de su procedencia acuática y la dificultad para conseguirlas, lo que elevaba su exclusividad, o cualidades físicas especiales: color, textura, sonido, brillo, entre otras.
Al observar esas prendas, además de apreciar su belleza, surgen ciertas preguntas: ¿cómo se hicieron?, ¿cuánto trabajo se invirtió?, ¿quién las elaboró?, ¿por qué son así?
Estudio y conservación
Las nuevas investigaciones permiten dilucidar, aunque sea en parte, algunas de tales cuestiones. El proyecto “Técnicas de manufactura de los objetos de concha del México prehispánico”, dirigido por Adrián Velázquez, aborda la caracterización de las huellas de manufactura de los pendientes, reconociendo las herramientas utilizadas y estimando el tiempo requerido para elaborar cada una de las piezas. También se realiza la identificación biológica de las piezas, con lo que se obtienen datos acerca de la procedencia de las conchas. Por otra parte, la experiencia lograda en la conservación y estudio de los conjuntos ha permitido, además, reconocer procesos específicos para tratar las piezas (limpieza, consolidación, unión de fragmentos y colocación de refuerzos estructurales), aplicar una metodología que integra la información de los registros del contexto, la investigación iconográfica, la observación de las características formales y funcionales de las piezas y la instrumentación y estudio de modelos experimentales; todo ello para plantear –y ejecutar en su caso– las propuestas de rearmado y exhibición de las prendas terminadas.
Ideas acerca de la confección
Aunque cada una de las prendas mencionadas tiene características particulares, se pueden advertir algunas constantes. En casi todos los casos se trata de conjuntos de mosaicos obtenidos a partir de las modificaciones de las conchas en estado natural. Esta particularidad revela la intención de aprovechar mejor los recursos, alterando el tamaño y el grosor de las conchas para obtener un tendido plano con piezas de dimensiones estandarizadas más ligero y funcional, que permitió la disposición de los diseños y el uso de la prenda.
María de Lourdes Gallardo Parrodi. Restauradora por la ENCRYM y maestra en museología por la misma institución. Doctora en estudios mesoamericanos por la UNAM. Especialista en conservación de materiales arqueológicos y conservación preventiva de colecciones. Trabaja desde 1994 en el Museo del Tempo Mayor, en donde es restaurador-perito. Es profesora del posgrado de museología de la ENCRYM.
Gallardo Parrodi, María de Lourdes, “La tradición de las prendas enconchadas de Mesoamérica”, Arqueología Mexicana, núm. 161, pp. 44-49.