Se trata de un conglomerado de alrededor de 40 lenguas cuyos hablantes actualmente viven en la región central y oriental de Canadá y nororiental de Estados Unidos de América, abarcando la región conocida como la de los Grandes Lagos. Muy probablemente este era su hábitat cuando existía un solo grupo, los algonquinos, que hablaban una misma lengua. Estos algonquinos se fueron diversificando al paso del tiempo y debido entre otros factores a movimientos poblacionales dieron origen al menos a diez grandes grupos. A esta familia pertenece el kikapú.
En el Códice de San Salvador Tizayuca, se presentan dos aspectos fundamentales para la historia de Tizayuca: datos genealógicos o noticias sobre los fundadores del pueblo y sus sujetos.
Las cualidades de color amarillo y brillo metálico hicieron del oro un material valioso y único. Asimilado simbólicamente al Sol, fue componente de piezas usadas en la indumentaria y parafernalia de dignatarios, militares y sacerdotes mesoamericanos. Como tal, contribuía a establecer relaciones de poder.
Por más esfuerzos que hacen los arqueólogos para hacer ver que el desarrollo de las sociedades prehispánicas, como el de cualquier otra en cualquier época y en cualquier lugar, es producto esencialmente de dinámicas culturales propias, siempre han existido quienes elaboran ideas extravagantes que hacen de agentes externos los actores principales. El recuento de sinsentidos escapa al espacio disponible aquí, pero como botón de muestra quedan estos ejemplos de publicaciones que atribuyen a seres del espacio exterior cualquier logro obtenido por nuestras culturas prehispánicas.
Desde la llegada de los españoles a la isla de México, en 1519, hasta la derrota de los mexicas en Tlatelolco, el 13 de agosto de 1521, fueron muchos los nobles que murieron por diferentes circunstancias: enfermedades, guerras o matanzas orquestadas, como la de Pedro de Alvarado durante la fiesta de tóxcatl en el Templo Mayor. Gran parte de lo más selecto de la nobleza centro mexicana también fue eliminada poco después, como sucedió en la expedición a Guatemala y Honduras (1524-1526).
Sara Isabel García Juárez y Guillermo Bernal Romero
Esta obra maestra del Clásico maya –esculpida hacia 782, durante el reinado de K’inich Yat Ahk– ofrece una imagen vívida y retrospectiva de la corte de Piedras Negras en 749, cuando regía Pawaaj K’an Ahk II.