Variantes lingüísticas: alta del este (jñon’ndaa, ñonndaa, tzjon noan, “pueblo de hilados, hilo suave o mecha”, ISO 639-3: [azg]); baja del este (ts’unuma, jñunnda, ISO 639-3: [azm]); del norte (nomndaa, ñomndaa, nta, ñondá, “idioma o palabra del agua”); del sur (nundá’, ISO 639-3: [amu])
Los restos del Templo Mayor que mejor se conservan son los correspondientes a la etapa II, de la cual aún se puede apreciar la parte superior del basamento con sus dos capillas gemelas: la de Tláloc y Huitzilopochtli.
Gracias a las exploraciones del Proyecto Templo Mayor y del Programa de Arqueología Urbana, los arqueólogos han recuperado una gran cantidad de restos óseos, mayormente cráneos, su investigación ha permitido profundizar en prácticas rituales, como el desollamiento humano.
El conejo, el felino y la serpiente son animales que la tradición indígena mesoamericana asocia con el inframundo, con lo terrestre y, por extensión, con la fertilidad de la tierra.
Gracias a un reconocimiento de la zona de Chichén Itzá con tecnología lidar, con ayuda del proyecto Gran Acuífero Maya (gam) se reconfigurará el mapa subterráneo de Chichén Itzá y cambiará fundamentalmente nuestro entendimiento de la cosmovisión del sitio.
James E. Brady, Guillermo de Anda y Melanie Saldaña
Con el descubrimiento de José Humberto Gómez de los pasajes sellados detrás de un bloqueo intencional de la cueva en 1959, Balamkanché se convirtió en la cueva maya preeminente y la monografía de E. Wyllys Andrews IV (1970) sigue siendo un clásico en la arqueología de cuevas mayas. Sin embargo, la transformación de la cueva en una atracción turística impidió la investigación, aún inconclusa, de este sitio.