La exploración de la cueva marca un momento muy importante en la historia de la arqueología mexicana, pues se trata del primer proyecto formal de investigación del Instituto Nacional de Antropología e Historia en el norte árido de México.
Dedicamos esta edición especial de Arqueología Mexicana al rojo, la primera de lo que esperamos sea una serie que incluirá otros colores fundamentales, como el azul o el verde, en el pensamiento mesoamericano.
En su mayoría, las ventanas arqueológicas fueron habilitadas por el Programa de Arqueología Urbana y otras por la Dirección de Salvamento Arqueológico y la Coordinación de Monumentos Históricos del INAH, ya sea en espacios abiertos o cerrados, en ocasiones cubiertas con vidrios templados o bien en espacios museológicos subterráneos.
Aunque gran parte de la información que se tiene sobre el pulque procede de códices y crónicas de la época colonial, su consumo se remonta a etapas anteriores. Tras épocas de auge, seguidas de otras de virtual abandono, la bebida de los dioses lucha por mantenerse como parte de nuestra cultura.
Ésta es una edición esencialmente visual. Por medio de las numerosas imágenes que la engalanan, algunas más o menos actuales y otras de décadas atrás, el lector hará un recorrido por distintos aspectos de las fiestas: danzas, ofrendas, procesiones.
Sin duda la fuente de información más rica sobre los tamales es el Códice Florentino, en el cual no sólo se indica la diversidad de los tamales, sino que se informa de las ocasiones en que se les consumía.
Según sus propios relatos, los mexicas provenían de un legendario lugar llamado Aztlan, “lugar de la blancura”, presuntamente situado en el noroeste de Mesoamérica. Tras casi dos siglos de peregrinación, en 1325 d.C. fundaron en un islote en el lago de Texcoco, México-Tenochtitlan.
Las deidades del viento más conocidas de Mesoamérica durante el periodo del contacto fueron, por supuesto, el Ehécatl-Quetzalcóatl de los mexicas, con pico de pato, y 9 Viento de los mixtecos.
Las diversas investigaciones en Cuicuilco han aportado evidencias sobre el desarrollo del sitio desde su fundación hasta su abandono como consecuencia de la erupción del volcán Xitle, hacia 250 d.C.