Desde épocas antiguas hasta nuestros días el cuerpo ha sido la herramienta mediante la cual el hombre da a conocer su estancia en, su relación con y su vivencia del universo.
En Copán, que floreció durante cuatro siglos bajo un sistema político estable, se encuentra un legado de piedra labrada con maestría en esculturas monolíticas y arquitectónicas sin igual en el mundo maya.
Este objeto arqueológico, único hasta ahora, ha sido interpretado como un pectoral en forma de máscara, por llevar plenamente demarcada con concha blanca, las partes que pertenecen al individuo hipotético que lo portaba.
La abundancia de recursos naturales de la Cuenca de México, la más extensa entre otras regiones lacustres, propició el desarrollo de poblaciones que se convirtieron en grandes ciudades.
Se elaboraron una amplia variedad de objetos de turquesa: bezotes, narigueras, orejeras, collares, brazaletes, pectorales, máscaras, cascos, escudos y discos, espejos, cuchillos de sacrificio, cráneos decorados, figuras de animales y diademas reales.