La abundancia de recursos naturales de la Cuenca de México, la más extensa entre otras regiones lacustres, propició el desarrollo de poblaciones que se convirtieron en grandes ciudades.
Se elaboraron una amplia variedad de objetos de turquesa: bezotes, narigueras, orejeras, collares, brazaletes, pectorales, máscaras, cascos, escudos y discos, espejos, cuchillos de sacrificio, cráneos decorados, figuras de animales y diademas reales.