Animales en la dieta prehispánica

Guilhem Olivier

Los animales en el mundo prehispánico

Son contundentes los datos históricos y etnográficos que evidencian el profundo conocimiento que los mesoamericanos tuvieron de la fauna. Por ejemplo, el vocabulario náhuatl dedicado a los animales y a sus partes constitutivas que recopiló fray Bernardino de Sahagún, revela una terminología a la vez abundante y precisa. Hoy en día, se han estudiado el vocabulario y la taxonomía indígenas aplicados a la fauna, particularmente entre mayas tzotziles, mayas tzeltales, mixtecos y nahuas.

El uso de los animales en la dieta, si bien ha variado según las zonas y las épocas, siempre ha sido importante. Los restos arqueológicos dan testimonio de la variedad de las especies consumidas, y permiten fechar la domesticación de animales como el perro o el guajolote.

Para el periodo Posclásico, la documentación relativa a las costumbres alimentarias de los mesoamericanos es abundante. Las descripciones de la mesa de Motecuhzoma Xocoyotzin representan un caso extremo pero significativo de la variedad de animales consumidos: asombrado, el conquistador Bernal Díaz del Castillo declara que:

…guisaban más de trescientos platos […], cotidianamente le guisaban gallinas, gallos de papada, faisanes, perdices de la tierra, codornices, patos mansos y bravos, venado, puerco de la tierra, pajaritos de caña y palomas y liebres y conejos, y muchas maneras de aves e cosas de las que se crían en estas tierras, que son tantas, que no las acabaré de nombrar…

Por su parte, los informantes de Sahagún hacen una enumeración de multitud de manjares y proporcionan un amplio vocabulario náhuatl al respecto.

Ya sea utilizando flechas, propulsores, cerbatanas, hondas o diversos tipos de trampas, la caza tuvo siempre un papel significativo en las actividades de los pueblos mesoamericanos. Vemos escenas de cacería en manuscritos pictográficos o en objetos de cerámica, y las vemos representadas en mitos con dioses o héroes que cazan. Los gemelos del Popol Vuh solían cazar pájaros con sus cerbatanas, y capturaban con trampas a los venados.

En cuanto a Mixcóatl, se enfrentó a la diosa Chimalma, flechándola como si fuera un jaguar. Este mito se reactualizaba durante la veintena de quecholli. Los mexicas realizaban una cacería ritual en el Zacatépetl (al sur de Tenochtitlan), en la que el mismo rey, ataviado como Mixcóatl, el dios de la caza, participaba. Para el buen éxito de sus expediciones, los cazadores debían ayunar, guardar abstinencia sexual y realizar ofrendas.

Los relatos indígenas actuales narran con frecuencia las desventuras de cazadores negligentes, adúlteros, engañados por sus esposas, o que se extralimitaron en el número de sus presas. El dueño del monte y de los animales castiga a los que infringen la ley: los condena a cuidar de sus animales o, en el peor de los casos, los transforma en presas para otros cazadores.

 

Guilhem Olivier. Doctor en historia por la Universidad de Toulouse, Francia. Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. Lleva a cabo investigaciones sobre Mixcóatl y sobre el papel de los animales en la cosmovisión mesoamericana.

Guilhem Olivier, “Los animales en el mundo prehispánico”, Arqueología Mexicana, núm. 35, pp. 4-14.

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