El hallazgo de una estrella de mar fue sorprendente, es un animal que, hasta donde tenemos conocimiento, nunca había sido encontrado en contextos arqueológicos mesoamericanos.

El rasgo más notable de este conjunto es el patio del palacio, delimitado por pilastras labradas con representaciones de aves mitológicas.

En los alrededores del Parque Juárez se ubicaron entierros con ofrendas, restos de cimientos y aproximadamente 30 de estos objetos rituales cuya antigüedad oscila entre 1350-1519 d.C.

Tláloc actúa como una deidad que otorga “el valor, el mando”.

Se trata de uno de los personajes con mayor cantidad de modificaciones corporales, entre los registrados hasta ahora en la metrópoli teotihuacana

Estos objetos presentan una gran variedad de morfologías y calidades en su manufactura, y muestran en muchos casos restos de su policromía original.

En un predio de la colonia Tránsito, arqueólogos del INAH registraron una treintena de chinampas donde se asentaba Ateponazco, un sitio que perteneció al campan de Teopan.

Las evidencias sugieren que las aves habían recibido algún tratamiento para preservar piel y plumas.

Fue la estructura de mayores dimensiones y, por tanto, la más importante de la ciudad de Xochicalco.

Es uno de los conjuntos más notables de Teotihuacan, por sus impresionantes dimensiones y su lograda arquitectura.

Las esculturas son de barro y probablemente representan a sacerdotes o deidades.

Según parece el dinero español y las monedas nativas (sobre todo el cacao) funcionaron juntos en un solo sistema monetario integrado.

Las esculturas antropomorfas y zoomorfas de Xochicalco mezclan lo natural con lo divino y poseen un gran contenido simbólico.

Es, por su rica y compleja decoración, uno de los edificios más bellos no sólo de Teotihuacan sino del México prehispánico.

Este monolito representa a la diosa con un gran tocado, orejeras, huipil, falda con rica decoración y sandalias.