José Hernández, de Matatlán, desgrana cuatro maíces blancos y les tizna una de las caras, con hollín que toma de la olla, recogiéndolo en un totomostle.
La orientación de los entierros tiene mucho que decirnos, ya que en la época prehispánica los rumbos cardinales estaban relacionados con los lugares del inframundo y con determinados dioses.
En la quinta cara hay un relieve de Tlaltecuhtli, deidad de la tierra que en la tradición escultórica mexica se colocaba en contacto con la superficie.
El culto a los muertos ha existido en todas las culturas, pues el hombre siempre ha realizado ceremonias en su honor las cuales son tan antiguas como la humanidad misma.