Para una religión exclusivista como el cristianismo, el culto a los dioses indígenas no podía ser considerado más que como una perversa influencia de Satanás.
Algunas cruces plantadas en los linderos de las comunidades en las costumbres y en la bifurcación de los senderos, indican a los caminantes los caminos a Paxil.
Para discutir lo que pudo haber sucedido en el centro de México a la caída de teotihuacan, es necesario hoy en día referirse a Cantona, Xochicalco y Tajín.