Organización social mesoamericana

Alfredo López Austin

Los mexicas ante el cosmos

Las sociedades humanas

La historia de los mexicas nos habla de su larga migración, que abarcó de principios del siglo XII a mediados del XIV. Habían partido de un sitio llamado Aztlan con el propósito de encontrar la tierra prometida. Venían divididos en varios calpulli. Estos grupos comprendían un crecido número de familias supuestamente emparentadas por la ascendencia común de un antepasado con características divinas. Como podrá suponerse, el tipo de organización no era exclusivo de los mexicas, pues las fuentes documentales nos hablan de una tradición generalizada entre los pueblos mesoamericanos. Según las noticias que llegan a nuestros días, las poblaciones que ocupaban pueblos y ciudades se dividían en conglomerados que se repartían las tierras necesarias para su sustento. Cada calpulli poseía un espacio denominado calpullalli (tierras del calpulli), mismo que se parcelaba para distribuir en usufructo entre las diversas familias que lo componían.

De esta manera, la posesión inalienable de los predios daba origen a una fuerte cohesión de carácter económico entre los miembros del grupo. No era el único factor de unión, pues solía existir entre ellos una liga originada en la comunidad de oficio.

Todo se remitía a un origen ancestral: el antepasado divino, llamado calpultéotl (dios del calpulli), los había creado con su propia sustancia, les había dado una profesión, les había prometido una tierra en este mundo y los había guiado milagrosamente hasta encontrarla. Ya establecidos, el dios seguía protegiéndolos y les otorgaba lluvias, fertilidad a sus semillas, salud y poder reproductivo; aunque también vigilaba el cumplimiento de sus obligaciones y castigaba sus transgresiones y su negligencia. Con esta fundamentación religiosa, los calpulli se constituían políticamente alrededor de una jefatura de linaje, dirigida por el teáchcauh (hermano mayor) y por un consejo de ancianos. Cada familia contribuía al sostenimiento del gobierno y del culto internos. La herencia cultural se conservaba gracias a la tendencia endogámica del calpulli.

Los relatos de la migración mexica nos hablan de una división jerárquica de los calpulteteo o dioses de los calpulli. En efecto, cada calpulli cargaba a su propio dios patrono; pero el conjunto de los migrantes se había movilizado por órdenes, bajo la protección y con la promesa hecha por un calpultéotl general. Era éste el dios llamado Huitzilopochtli, Tetzauhtéotl o Mexi.

 

Alfredo López Austin. Investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

López Austin, Alfredo, “Los mexicas ante el cosmos”, Arqueología Mexicana, núm. 91, pp. 24-35.

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