El equipo del Programa de Arqueología Urbana ha identificado en el Huei Tzompantli de Tenochtitlan, hasta ahora, 450 cráneos, aunque se espera que el número aumente conforme continúen los trabajos de exploración. La mayor parte de ellos corresponde a individuos jóvenes del sexo masculino, aunque hay también un gran número de mujeres y, en menor proporción, de infantes. De esta manera, las torres son los testigos más tangibles de la práctica del sacrificio humano en Tenochtitlan.
No todos los cráneos se resguardaron en las torres. Algunos fueron retirados del tzompantli y modificados antes de alcanzar su destino final: las ofrendas del Templo Mayor y de la Plaza Oeste, al pie del edificio. ¿Cuánto tiempo podían ser exhibidos antes de que el hueso perdiera su plasticidad y ya no pudiera ser trabajado? Es difícil precisarlo, pero estudios experimentales de Danielle Wieberg y Daniel Wescott sugieren que los huesos pueden preservar humedad y plasticidad incluso hasta por cinco meses. Futuros estudios sobre el tema del intemperismo nos permitirán dilucidar mejor estos cuestionamientos.
Consideramos muy factible que los cráneos con perforación lateral y las máscaras-cráneo fueran utilizados en otros rituales, antes de ser depositados en las ofrendas. Las fuentes históricas y las esculturas nos permiten suponer que algunos fueron exhibidos o portados. Por ejemplo, en el f. 80r del Códice Magliabechiano algunos cráneos con ojos, lengua, cabello y orejeras aparecen representados en la cancha del juego de pelota. Otra posibilidad es que se les empleara como parte de los atavíos de las imágenes, de los sacerdotes o incluso de los personificadores de las deidades.
Imagen: Máscara-cráneo, se ven parte de las perforaciones laterales, características de los cráneos de tzompantli. Ofrenda 11, Templo Mayor. Foto: Jesús López / Museo del Templo Mayor. Tres cráneos que conservan cabello, ojos, lengua, y que además llevan orejeras. Códice Magliabechiano, f. 80r. Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces.
Ximena Chávez Balderas. Arqueóloga por la ENAH. Maestra en antropología física por la UNAM y la Tulane University. Candidata a doctora por esta última universidad. Bioarqueóloga en el Proyecto Templo Mayor.
Lorena Vázquez Vallin. Pasante de la licenciatura en arqueología por la ENAH. Jefa de campo del Proyecto Guatemala, 24. Investigadora del Programa de Arqueología Urbana del Museo del Templo Mayor.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Chávez Balderas, Ximena, Lorena Vázquez Vallin, “Del tzompantli al Templo Mayor. Reutilización de cráneos en el recinto sagrado de Tenochtitlan”, Arqueología Mexicana, núm. 148, pp. 58-63.
Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra ediciones impresa o digital: