La mayoría de nahuas del siglo XVI estaban familiarizados con la idea de que habría signos portentosos y terribles.

Hernán Cortés supo sacar provecho de las concepciones indígenas, ya que los mexicas consideraban como un “espejo revelador” la brújula que traía.

Las esculturas femeninas  del Códice de Teotenantzin estuvieron en el cerro del Zacahuitzco, y no el del Tepeyac o Tepeyacac.

Documento que, por su estilo y origen, no debería considerarse como un códice.

Tetzáhuitl es “cosa escandalosa o espantosa, o cosa de agüero”.

La ebriedad en Tamoanchan: Cuextécatl, Tares Upeme y Tezcatlipoca

El metoro enseñó al humano la manera de obtener aguamiel y calmar su sed.

Es preciso situar los tetzáhuitl o presagios en el contexto mental de su época y reconocer que formaban parte de un corpus intelectual.

Las figurillas son el indicador de ritos y cultos femeninos asociados con la fertilidad.

Los artistas del Clásico maya unieron las representaciones pictóricas y la escritura jeroglífica.

Entre los mexcia, la parturienta era vista como un guerrero que emprendía batallas.

En el pensamiento mesoamericano no había seres puros: todo lo existente era una mezcla de las esencias de lo masculino y lo femenino.

Fueron conocidos en lengua náhuatl bajo el nombre genérico de tecciztli (“caracoles grandes de mar”).

Cualidades guerreras y una compleja vida ritual están asociadas a los mexicas.

Los zapotecos son notables por su larga permanencia en los Valles Centrales en la época prehispánica.