Las mujeres de Xochitécatl. Ritos y cultos femeninos

Mari Carmen Serra Puche y Karina R. Durand V.

La multitud de figurillas localizadas durante la exploración de la Pirámide de las Flores demuestra que, en los ritos que se realizaban en Xochitécatl, las mujeres de todas las edades y condiciones sociales desempeñaban un papel protagónico. En su conjunto, esas figurillas representan el ciclo vital de esas mujeres –nacimiento, adolescencia, madurez, maternidad, ancianidad y muerte–, nos demuestran su rango social y nos confirman que en la vida de las sociedades prehispánicas la mujer ocupaba un lugar relevante.

Xochitécatl es un centro ceremonial donde se llevaron a cabo ritos en los que las mujeres tenían un papel protagónico. En ellos se sacrificaban niños y mujeres, lo que sugiere que esas ceremonias fueron dedicadas a la Malinche, volcán femenino cuya magnífica silueta destaca en la planicie sudoeste del estado de Tlaxcala.

En la cima de un volcán extinto, los antiguos habitantes de Xochitécatl construyeron un gran complejo arquitectónico de carácter monumental que comprende cuatro edificios. Durante su primer periodo de construcción, a partir de 600 a.C., se edificó el Edificio de La Espiral, el de La Serpiente, el Basamento de los Volcanes y la Pirámide de las Flores, con lo que quedó constituido ese gran conjunto.

Cientos de años más tarde, entre 650 y 850 d.C., hubo una segunda ocupación en Xochitécatl; entonces, la Pirámide de las Flores adquirió importantes funciones rituales, pues le fueron agregados más cuerpos y un templo en la parte alta; asimismo, se le dio una nueva orientación, alineándola con el Edificio A de Cacaxtla y el volcán de la Malinche.

Lo anterior lleva a suponer que Xochitécatl se convirtió en el santuario de los residentes de los palacios y edificios públicos y administrativos de Cacaxtla, así como de la población que habitaba los valles circundantes, además de ser un centro clave de intercambio que controlaba las rutas hacia el golfo de México, la región de Oaxaca y el Área Maya.

Las Ofrendas de la Pirámide de las Flores

La Pirámide de las Flores domina la plaza ceremonial con sus más de treinta metros de alto. Se compone de nueve cuerpos escalonados en sus fachadas norte, este y sur. En ella se encontró la secuencia más completa de materiales culturales del sitio, que comprende desde el periodo Formativo Medio al Tardío y al Epiclásico. En las escalinatas de acceso al edificio, se realizó el hallazgo de ricas ofrendas de figurillas femeninas, depositadas directamente sobre el relleno de los diferentes cuerpos de la pirámide.

Los grupos de mujeres de arcilla cubrían extensiones de dos a siete metros, apiladas unas sobre otras, ofrendadas junto con vasijas, cuentas, navajillas retocadas, placas de piedra verde, etc. Esas representaciones de mujeres son el indicador más directo de los ritos y cultos femeninos, así como de su asociación con la fertilidad.

Joyce Marcus (1996) señala que las figurillas aparecen siempre en tres tipos de contextos: en una escena deliberadamente arreglada, en un entierro o en el contexto de un edificio. Esos contextos primarios son cruciales para cualquier interpretación acerca de su función original o significado.

En Xochitécatl, las ofrendas de las figurillas representan escenas de ceremonias y, al mismo tiempo, por su ubicación, probablemente señalan dónde se llevaban a cabo los rituales, así como el papel fundamental que tuvieron las mujeres durante la celebración.

En sí mismas, las figurillas son una graciosa personificación de toda clase de mujeres ataviadas de las más diversas formas que aparecen representadas realizando distintas actividades. De acuerdo con su postura y atributos, se pueden reunir en grupos, los cuales en conjunto son representativos de las mujeres de Xochitécatl.

Las mujeres “oradoras”

Existía el grupo de las mujeres del culto u “oradoras”, que son representadas jóvenes y de pie o sentadas, con los brazos en alto en un claro gesto de veneración. Todas las figurillas tienen el pelo corto, con fleco y mechones laterales, así como un tocado de bandas de color rojo y blanco; entrelazados con el pelo, a veces llevan adornos circulares cosidos a las bandas.

Debemos señalar que el tocado tiene cierta semejanza con los que llevan los guerreros vencedores en el Mural de la Batalla de Cacaxtla, que Nicholson considera distintivo de los tlaxcaltecas hasta la Conquista y que posiblemente indica una filiación olmeca-xicalanca. Del rostro de las mujeres podemos señalar algunas características muy particulares: narices muy prominentes, pómulos marcados y la boca siempre abierta, con una mueca sonriente, enseñando los dientes, lo cual permite apreciar la mutilación dentaria en forma de T.

Están adornadas con orejeras circulares y visten blusa o quechquémitl con adornos geométricos en colores rojo, negro y blanco; los textiles parecen ser muy complejos, quizás elaborados mediante el llamado tejido en curva.

Las mujeres embarazadas

Las mujeres embarazadas o “recipientes” son las figurillas más numerosas. Son huecas y tienen un orificio en el vientre, que casi en todos los casos está ocupado por otra pequeña figura removible que representa un recién nacido.

Esas mujeres llevan un tocado de banda ancha, con tres franjas inclinadas, blancas y negras, cuyo centro se adorna con un círculo; la banda está rodeada de una especie de resplandor de plumas. Es interesante mencionar que, en este caso, las mujeres no presentan mutilación dentaria y sus rasgos físicos son distintos. El rostro es ancho y la nariz afilada y recta y la boca no muestra los dientes. El tocado va acompañado por orejeras de flor de cuatro pétalos.

 

Mari Carmen Serra Puche. Doctora en arqueología e investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Ha realizado proyectos en sitios del periodo Preclásico en la Cuenca de México. Encabezó el Proyecto Xochitécatl, en Tlaxcala. Fue directora del Museo Nacional de Antropología.

Karina R. Durand V. Arqueóloga por la ENAH. Especialista en el campo de los museos, particularmente en el uso de las nuevas tecnologías y la investigación museológica. Miembro del ICOM desde 1991. Directora del Departamento de Servicios Educativos del Museo Dolores Olmedo.

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