Ofrendas para la deidad de la lluvia

Leonardo López Luján

Aguas petrificadas. Las ofrendas a Tláloc enterradas en el Templo Mayor de Tenochtitlan

Cofres de piedra: bodegas de los mantenimientos

El primer conjunto consta de tres ofrendas: la 18, la 19 y la 97. Cada una de ellas reúne esculturas antropomorfas y cuentas de piedra verde, animales marinos y escasos restos de copal. Estos objetos se encontraron dentro de cofres cuadrangulares de piedra, cuyas superficies están alisadas con estuco. Los cofres fueron enterrados bajo las cabezas monolíticas de serpiente que descansaban sobre la plataforma de la etapa IVa del Templo Mayor: la 18 y la 19 en el centro de la fachada oeste y la 97, en el centro de la fachada norte. Las tres ofrendas formaron parte de una misma ceremonia que se realizó alrededor de 1469 d.C., poco antes de ser terminada una ampliación que se puede atribuir a Motecuhzoma Ilhuicamina o a Axayácatl.

Entre todos los dones sobresalían las esculturas antropomorfas de piedra verde: 13 en la ofrenda 18, la misma cantidad en la 19 y 14 en la 97. Pertenecen al tipo M-4 del estilo Mezcala. Antes de enterrarlas definitivamente dentro de los cofres de piedra, los mexicas las pintaron cuidadosamente con pigmentos azul, rojo, ocre, blanco y negro. Delinearon tocados, anteojeras, bigoteras y fauces, confiriéndoles así atributos propios de los dioses de la lluvia.

A continuación, colocaron estas imágenes cuidadosamente en posición vertical, recargadas sobre la pared norte de cada cofre y orientadas hacia el sur. Frente a ellas dispusieron abundantes cuentas de piedra verde y animales marinos. La ofrenda 18 contenía 173 cuentas, en la 19 había 109 y en la 97 un total de 110. También fueron recuperados 1 041caracoles en la ofrenda 18, 1 118 en la 19, y 65 caracoles y 275 conchas en la 97. En esta última ofrenda había asimismo fragmentos de coral y de cartílago rostral de pez sierra.

En la actualidad no existe mucho lugar a discusión en cuanto al significado acuático y de fertilidad de las cuentas de piedra verde y de la fauna oceánica. En lo referente a las cuentas, el Códice Florentino consigna la creencia de que las piedras verdes tenían la doble propiedad de atraer y exudar humedad. De hecho, el chalchíhuitl fungía como uno de los símbolos por excelencia de la fecundidad.

Imagen: Izquierda: La ofrenda 19 contenía 13 esculturas de estilo Mezcala que representan a los tlaloque, además de 109 cuentas de piedra verde. Derecha: El cofre de piedra de la ofrenda 19 –al igual que el de la 18 y el de la 97– se compone de dos piezas: el receptáculo con bisel de ajuste y la tapadera. Fotos: Cortesía de Michel Zabé.

 

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París X-Nanterre. Director del Proyecto Templo Mayor, inah. Junto con William L. Fash es coordinador del libro The Art of Urbanism: How Mesoamerican Cities Represented Themselves in Architecture and Imagery, que será publicado por Dumbarton Oaks.

López Luján, Leonardo, “Aguas petrificadas. Las ofrendas a Tláloc enterradas en el Templo Mayor de Tenochtitlan”, Arqueología Mexicana, núm. 96, pp. 52-57.

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Los dioses de la lluvia en Mesoamérica