Están relacionados con la salud, la enfermedad y la suerte. Suelen realizarse en épocas o situaciones de crisis individual y colectiva concebidas como de “mala suerte”, que pueden expresarse como enfermedades, desgracias, pérdidas e incluso la muerte de personas o animales. Se trata de rituales que propician la salud y la superación de la desgracia, aunque también pueden propiciar “daños”. Dentro de este grupo pueden incluirse los rituales de pedido de permiso al Dueño del Lugar para construir y habitar una vivienda, a fin de evitar males y desgracias.
José Luis Punzo Díaz y Fernanda Lucía Navarro Sandoval
El estudio arqueológico profesional en Tzintzuntzan, Michoacán, tiene ya más de 90 años de trabajos continuos y, no obstante, aún hay mucho que estudiar sobre la metrópoli, y la aplicación de nuevas tecnologías abre un nuevo panorama.
En las Relaciones geográficas del siglo XVI se encuentran diversas descripciones sobre la existencia de serpientes gigantes en tiempos primordiales o en épocas anteriores a la fundación de diversos señoríos. Gracias a la determinación de valientes guerreros que mataron a estas serpientes, se lograron crear las primeras comunidades o asentamientos en donde el héroe fundador o el gobernante originario se constituye como el creador de una nueva era.
Aparentemente la historia de la ciudad de México se inició con un milagro, preludio del establecimiento de varios grupos de migrantes en los islotes occidentales del Lago de Texcoco. Suele suceder en la historia del mundo que los milagros cobijen compromisos entre partes. El prodigio mexica no fue la excepción. Aludía a dos pactos, religioso uno, político el otro, ambos tan unidos que era imposible separarlos. El arribo, señalado por el milagro, sellaba de nuevo el compromiso entre las partes, y en esta forma nacía el altépetl.
Sabemos que para el mundo mesoamericano la presencia, el valor y el significado de las serpientes siempre tuvieron un papel destacado dentro del pensamiento religioso, político y social de esta enorme área cultural. En la iconografía prehispánica, la serpiente aparece bajo múltiples formas que, dependiendo del contexto, puede llegar a representar a un dios o a un gobernante; puede denominar un lugar sagrado o a un pueblo en concreto; incluso, el ofidio puede ser la señal de un inminente peligro para el hombre.
Laura Solar Valverde, Luis Octavio Martínez Méndez
El sur de Zacatecas conforma una región geográfica y cultural cuya historia prehispánica se enlaza con la del Occidente. Tal interacción se aprecia desde los inicios de nuestra era con la adopción de la tradición funeraria de las tumbas de tiro. A partir de entonces, ambas áreas compartieron patrones culturales hasta la época de la conquista hispana.
Los avances tecnológicos han llevado al hombre a investigar el ADN antiguo (ADNa), lo que ha permitido reconstruir la identidad genética de organismos extintos de plantas y animales, en particular de los seres humanos. Éste ha sido un desafío durante varias décadas y también es de gran importancia en diferentes campos de la ciencia.
El estudio de los animales dentro de la imaginería mesoamericana es una tarea importante porque coadyuva a comprender las interacciones que tuvieron las antiguas sociedades indígenas con otros seres vivos y su medio ambiente. Sin embargo, a pesar de que pueden ser reconocibles un buen número de animales en los códices, en la pintura mural o en la cerámica, existen diversas especies que fueron representadas con una serie de rasgos o elementos icónicos que caracterizan a otros ejemplares.
Se aborda aquí un textil, nombrado tlahmacháyatl en las fuentes, descrito como un manto (tilmahtli), prenda que representa uno de los marcadores de estatus más importantes dentro del repertorio de indumentaria de los pueblos originarios desde la época prehispánica.
La quiralidad no se encuentra solamente en el cuerpo humano, sino que es la base misma de la naturaleza. Unas de sus manifestaciones omnipresentes son las espirales y hélices. Si consideramos un círculo sencillo, concluimos que es aquiral (es decir, no quiral) y equivalente a cualquier otro. Pero todo cambia cuando es orientado. La espiral es una línea curva continua que puede girar en sentido horario (dextrógiro) o antihorario (levógiro).
Los mitos etiológicos, aquellos que explican la razón de ser de muchas de las cosas que se originaron en el mundo, son abundantes en la literatura o en las tradiciones orales de numerosos pueblos indígenas de México. Son narraciones que, en ocasiones, enseñan o clarifican cómo se originó el cultivo del maíz, o por qué se tiene una determinada costumbre en algún pueblo, o explican, también, las conductas o características particulares de muchos animales.
En la actualidad de la Sierra Tarahumara existe un mito sobre seres gigantes que atacaban aldeas y comían niños. Ganóko, como le llaman los tarahumaras, también es conocido como “grandote” o “gigante”. Ganóko sigue vigente en el imaginario colectivo de los tarahumaras gracias a la tradición oral y a la eficacia simbólica del mito. Pero durante los primeros contactos con el cristianismo algo ocurrió que llevó a los tarahumaras a dibujar a Ganóko en las paredes de las cuevas.
La adecuada comprensión del significado cultural, simbólico o mitológico del axolotl (conocido ampliamente como ajolote) no ha sido bien dilucidada por las modernas disciplinas antropológicas. Si bien los estudiosos de la religión mesoamericana se enfocan, principalmente, en la figura de Xólotl...
Los materiales excavados en el sitio Rancho Santa Cruz, cerca del pueblo de Chihuitán, demuestran que los istmeños se enfrentaron eficazmente a los desafíos que se les presentaron durante la época virreinal.
Entre las diversas prácticas rituales que se llevaban a cabo en Mesoamérica, la relacionada con la adivinación es, sin duda, una de las mejor conocidas gracias a las fuentes históricas y a la profunda continuidad cultural que hoy en día perdura entre las comunidades indígenas.
De los códices prehispánicos que sobrevivieron a la conquista española, el Códice Borgia, sin duda, es uno de los más sorprendentes no sólo por la calidad artística y pictórica de sus autores, sino también por la profunda y compleja realidad religiosa que nos ofrece.