El empleo en Mesoamérica de piedras semipreciosas de tonalidades verdosas, de textura tersa y de superficie brillante y reflejante, hunde sus raíces profundamente en el tiempo.
Entre 1600 a.C. y 900 d.C., en Tlaxcala se dieron desarrollos que incluyen la transición a la agricultura, la formalización de tradiciones religiosas, la urbanización, el auge y el colapso de estados, y la migración.
Los pueblos mesoamericanos utilizaron de manera extensiva las piedras duras de color verde para crear joyas y divisas que servían de marcadores sociales de estatus.