Es preciso situar los tetzáhuitl o presagios en el contexto mental de su época y reconocer que formaban parte de un corpus intelectual.

La llamaron Cholollan Tlachiualtépetl, “el lugar cerca de la caída de agua y de la montaña hecha a mano”.

Las figurillas son el indicador de ritos y cultos femeninos asociados con la fertilidad.

Entre los mexcia, la parturienta era vista como un guerrero que emprendía batallas.

En el pensamiento mesoamericano no había seres puros: todo lo existente era una mezcla de las esencias de lo masculino y lo femenino.

Fueron conocidos en lengua náhuatl bajo el nombre genérico de tecciztli (“caracoles grandes de mar”).

Cualidades guerreras y una compleja vida ritual están asociadas a los mexicas.

Ninguna bruja o hechicera pereció en la hoguera o fue ejecutada en la Nueva España.

Fray Bernardino de Sahagún nos relata la presencia de 78 edificios.

El trabajo de la pluma fue una de las formas de arte más refinadas del mundo mexica.

La pareja fue creada por dos de los cuatro hijos primigenios de Tonacatecuhtli.

Como toda conquista, la de México, estuvo acompañada de violencia, sumisión, despojo y muerte.

El tenor de lo que se dijo fue distinto a lo que consignan las fuentes.

Tlaltecuhtli era la deidad que comía, real o simbólicamente, a los individuos.

La Coordinación Nacional de Arqueología del INAH estableció un protocolo de actuación.