Es difícil saber con qué paisajes olorosos se enfrentaban los antiguos pueblos de Mesoamérica. A los olores generados por el medio ambiente y la actividad humana hace mucho que se los llevó el viento.
En la historia de la conquista de México-Tenochtitlan, Cempoala (la antigua capital totonaca) fue teatro de acontecimientos determinantes, siempre ligados al nombre de Hernán Cortés.
Uno de los más importantes rasgos de la cosmovisión mesoamericana fue considerar como entes vivos los elementos del paisaje: cuevas, barrancas, manantiales, árboles y montañas.
Si tomamos en cuenta las representaciones y el culto que se rinde a los dioses mayas del Clásico, no tienen ni la naturaleza ni el carácter de los dioses del Posclásico.
Los casos que se estudian en el presente artículo demuestran que en la sociedad mexica existía un estrecho vínculo entre las procesiones y el territorio, así como entre el culto y el poder.