La occisión ritual fue practicada por los agricultores mesoamericanos desde épocas muy tempranas. Sin embargo, la vida política intensificó considerablemente las occisiones en número y en frecuencia por motivos ideológicos. Por una parte, las ceremonias públicas, masivas, impresionaban fuertemente al pueblo participante, pues insistían en la terrible obligación humana de mantener la vida en el mundo y la necesidad de entregar militarmente su propia existencia a los fines del Estado.