La Plaza de la Constitución ha sido testigo de la historia de México. Probablemente usada como mercado en la época prehispánica, continuó así durante los periodos colonial e independiente.
La Plaza Mayor de la época colonial cambia su nombre al de Plaza de la Constitución en 1813, cuando en ella se jura la Constitución de Cádiz, que regía en España desde 1812.
La plaza principal de la ciudad de México estaba prácticamente delimitada cuando la ciudad de Tenochtitlan señoreaba entre otras ciudades antiguas asentadas alrededor del lago de Texcoco.
Los indigenismos que se describen en este artículo son sólo una muestra del torrente de palabras que las lenguas mesoamericanas han dado a otras lenguas del mundo.
El resultado más notable del trabajo de conversión que los frailes franciscanos llevaron a cabo con los naturales que habitaban la Cuenca de México en el siglo XVI, fue el esplendor del culto.
La piedra, el nopal, el águila y la serpiente forman la tetralogía que dio pie a la elaboración de nuestros símbolos patrios: la bandera y el escudo nacionales.
La historia nos dice otra cosa. Los mexicas buscaron la protección del poderoso señor de Azcapotzalco, Tezozómoc, quien les asignó tierras en los límites de su territorio, en medio del lago de Texcoco.
Este célebre monumento mexica y la Piedra del Antiguo Arzobispado, posiblemente esculpida por órdenes del rey Axayácatl, han tenido un accidentado y significativo devenir.
La medicina náhuatl prehispánica constituyó un sistema integral de conocimientos acerca de la salud y la enfermedad, así como de la manera de abordar los problemas relacionados con ellas.