A partir del análisis de 99 cráneos y dos entierros infantiles, Chávez Balderas aborda esta polémica y concluye que la evidencia ósea es contundente en probar la existencia de esta práctica ritual.

Los cráneos se retiraban del tzompantli y eran sustituidos por nuevos individuos.

Los estudios actuales acerca de los niños mesoamericanos han permitido acercarnos al conocimiento de diversos aspectos de su vida.

En Mesoamérica el sacrificio humano fue una manera de muerte ritual que permitía mantener la vida y prolongarla después de la muerte.

Los mexicas usaron la fe en los dioses y el ritual del sacrificio como justificación para avasallar a sus contemporáneos.

Con el primer movimiento del Sol sobre la bóveda celeste se inicia la marcha del mundo.

El sacrificio de prisioneros recreaba el complejo de mitos que permitía el establecimiento de un orden cósmico y fue clave en la ideología de los señoríos mayas.

Para lograr piezas de tanta maestría como una mandíbula de Cacaxtla tuvieron que pasar varios miles de años, en los que se perfeccionaron las técnicas de trabajo con huesos humanos.

El consumo ritual de carne humana fue, en el pasado, una práctica común en casi todo México y América Central.

"...hallóse allí en aquel pueblo mucha sangre de los españoles que mataron, por las paredes que habían rociado con ella a sus ídolos; también se halló dos caras que habían desollado...”

En Mesoamérica, la exhibición masiva de cabezas parece haber ocurrido sobre todo entre los mexicas.

Aunque el sacrificio humano no era una práctica exclusiva de los mexicas sino de toda el área mesoamericana, es de ellos de quienes tenemos mayor información, tanto por parte de cronistas indígenas como españoles.

Prácticas de autosacrificio que pueden inscribirse en el contexto del uso ritual del cuerpo humano

Durante la Colonia, los mayas se adaptaron a las nuevas circunstancias y siguieron realizando sacrificios, para conservar lo que consideraban el núcleo de su religión

Aunque en todas las sociedades antiguas el sacrificio humano había sido una práctica frecuente, cuando los españoles llegaron al Nuevo Mundo este acto les horrorizó, de ahí que fuera uno de los asuntos más abordados en los relatos sobre la Conquista.