El proyecto arqueológico realizado en una zona de tierra caliente entre el valle de Oaxaca y el valle de Tehuacán, tuvo su punto de arranque en una de las lápidas del Edificio J en Monte Albán.
El conflicto más intenso lo padecen las lenguas pima, tohono o´odham (pápago) y las de la familia yumana, habladas en Baja California: kiliwa, kumiai, cucapá y paipai.
Parte de los objetos recuperados durante más de 20 años de excavaciones en este lugar, conforman la exposición temporal Cantona. Espacio, tiempo y materiales.
¿Podemos afirmar rotundamente que los constructores quisieron conmemorar precisamente los equinoccios? ¿Qué es lo que sucede en los días previos y posteriores a esas fechas?
En algunas partes de ese vasto territorio se desarrolló una práctica guerrera singular: la exposición pública de restos humanos, como bien de una comunidad entera ofrendado a la divinidad.
Entre las comunidades no agrícolas del norte de México, los comcaac desarrollaron un sistema de tiempo muy distinto de los que aparecen en Mesoamérica, el cual es reflejo de su apego hacia el mar, el desierto y las estaciones.
Al parecer, este mito originalmente provenía de un códice que le fue mostrado a fray Andrés de Olmos, uno de los misioneros y evangelizadores más destacados durante el periodo colonial temprano.
Con la utilización de un escáner de luz estructurada realizaron un modelo tridimensional digital del cráneo, la mandíbula y algunas otras piezas óseas de “Naia”, que permitirá investigar el ejemplar sin poner en riesgo los restos óseos.