El culto a las cuevas estuvo presente en la mitología y la religión de Mesoamérica.

Por ser el gemelo oscuro de Quetzalcóatl, Xólotl fue deidad de los gemelos.

Como dios nocturno que sale de las cuevas al ponerse el Sol, el murciélago era también asociado con el jaguar.

Culto a los dioses de la muerte, como responsables del ciclo que perpetuaba la vida.

Los mexicas usaron la fe en los dioses y el ritual del sacrificio como justificación para avasallar a sus contemporáneos.

Con el primer movimiento del Sol sobre la bóveda celeste se inicia la marcha del mundo.

La circulación de la fuerza mágica por los caminos de la creación da lugar al renacimiento y mantiene la vida.

El sacrificio de prisioneros recreaba el complejo de mitos que permitía el establecimiento de un orden cósmico y fue clave en la ideología de los señoríos mayas.

Poseedores de razón, voluntad, pasiones y facultades de comunicación entre sí y con  el hombre.

Eran los encargados de mantener la sacralidad y la integridad de los distintos ámbitos del cosmos, contra las profanaciones y abusos de los mortales

El mesoamericano creía vivir una cotidianidad plena de dioses.

Para una religión exclusivista como el cristianismo, el culto a los dioses indígenas no podía ser considerado más que como una perversa influencia de Satanás.

En muchas ciudades de Mesoamérica, el soberano estaba asociado directamente con el Sol.

A estas plantas se les ha llamado plantas mágicas, plantas para hablar con los dioses, plantas que producen el éxtasis o plantas que trastocan los sentidos y modifican la percepción de la realidad.

Sus rasgos son las de un hombre joven con el rostro atravesado por una línea curva que le cruza el ojo, desde la frente hasta la mejilla.