Son varios los enfoques en la arqueología en los que se consideran aspectos de la relación entre los grupos humanos y su entorno, natural o construido.

El territorio guatemalteco refleja la diversidad cultural que abrigó este territorio en tiempos antiguos. Cada región –como las Tierras Bajas mayas, el Altiplano maya, la boca costa y la planicie costera del Pacífico– tiene sitios cuya jerarquía social demuestra sus grandes avances. En cada zona se dieron desarrollos que dominaron varios ecosistemas, y a la vez en todas las zonas geográficas hubo extenso contacto e interacción por medio de rutas naturales de comunicación como los ríos y pasos de montaña.

La evidencia de rituales mortuorios preservada en los contextos funerarios de Mitla es un componente importante del registro arqueológico, y aporta valiosa información acerca de la antigua sociedad zapoteca.

La primera intervención sistemática hecha en Xochitécatl fue realizada por el arqueólogo alemán Bodo Spranz.

Según Bauer, el cofre contenía originalmente más de 200 piezas, de las cuales se localizaron 166.

Pingret, personaje de carácter difícil, residió en nuestro país entre 1850 y 1855.

El estudio de estos monumentos nos remite a instantes cruciales en la historia de las naciones.

Ambas son ciencias de hechos y poseen un sinnúmero de matices que las convierten en disciplinas complejas.

Su silenciosa pero imponente presencia fue motivo de curiosidad, admiración, interés científico e, inclusive, codicia.

El coatepantli era en realidad una estructura arquitectónica de mucho menores proporciones que únicamente enmarcaba la plataforma del Templo Mayor.

Los trabajos en el Templo Mayor trajeron como consecuencia un amplio plan de difusión.

Destacan las acuarelas que pintó de Xochicalco en 1897, pues dejó un fiel testimonio del contenido de los relieves de la Pirámide de las Serpientes Emplumadas.

Sin atribuirles más valor del que realmente tienen, parece que los contactos transatlánticos anteriores a Colón si se dieron, pudieron haber aportado algunos impulsos, en gran medida inciertos y discutibles, en la vida política y religiosa de las sociedades precolombinas.

Las visitas al Templo Mayor se multiplicaron a grado tal, que allí se dieron cita reyes, primeros ministros, premios Nobel, artistas, cietíficos y público en general.

Sin duda, el primer cronista español sobre la cultura mexica fue Hernán Cortés. En sus Cartas de relación incluyó abundantes datos sobre México Tenochtitlan.