Hace varios años que di una conferencia sobre Tlatelolco y comenté que era lugar de infortunio al ser conquistado por el tlatoani mexica tenochca Axayácatl, en 1473; además, fue el sitio de la última resistencia mexica en 1521; allí ocurrió la matanza de estudiantes hace 50 años, y el temblor de 1985 se sintió con singular fuerza en el lugar. Sin embargo, y a diferencia de Tenochtitlan, Tlatelolco conservó su nombre mientras que la ciudad tenochca lo perdió. ¿A qué me refiero con esto? Hoy en día nadie dice “voy a ir a Tenochtitlan” para indicar que se dirige al centro
El Códice de Cuetlaxcohuapan fue realizado en el siglo XVI sobre una hoja de papel europeo, las pictografías siguen la tradición del dibujo occidental, lo que hace suponer a algunos investigadores que fue hecho por un dibujante europeo.
Adoratorio de la parte superior (etapa II, ca. 1390 d.C.)
Frente al acceso al adoratorio se encuentra la escultura de un chac mool de piedra pintado con azul, rojo, blanco y negro. Se relaciona con el dios del agua y entre las funciones que probablemente tuvo están, entre otras, ser piedra de inmolación y también ser intermediario entre los ofrendantes y el dios que reside dentro del adoratorio. También se ha señalado que se trata de una representación de Tláloc, según un estudio comparativo de diversas imágenes de la deidad (López Luján, et al. , 2017).
Del lado de Tláloc se llevaban a cabo diversas ceremonias, entre las cuales una de las más importantes era la de huey tozoztli, dedicada a deidades relacionadas con la lluvia, la agricultura y el maíz, como Cintéotl, Chicomecóatl y los Tlaloques, ayudantes del dios Tláloc. Corresponde al cuarto mes del calendario mexica y caía en parte en nuestro mes de abril, o sea, previo a la temporada de lluvias o al comienzo de ésta. Fray Diego Durán nos ha dejado los pormenores de esta festividad en su Historia de las Indias de la Nueva España e islas de Tierra Firme:
El viento era una criatura que se concebía inframundana, pero que emergía del interior de la tierra a los primeros niveles celestes. Algunos animales, que presentaban la misma conducta o que portaban los símbolos del dios del viento, fueron verdaderos avatares de aquél.