La arqueología subacuática es una especialización cuyo origen surge a principios de la década de 1960, cuando el arqueólogo estadounidense George F. Bass logró utilizar bajo el agua algunos de los métodos y técnicas de la arqueología de tierra.
Localizada a 2 km al oeste de Tlacolula, en el valle de Oaxaca, Lambityeco era la capital de una ciudad-Estado bajo la hegemonía de Monte Albán entre 650-850 d.C. y era famosa por sus esculturas de estuco.
En el Rif, como en gran parte del mundo islámico no ortodoxo, existe una creencia que atribuye a seres humanos particulares la capacidad de hacer milagros.
De todos los materiales preciosos disponibles, incluso oro, plumas de quetzal y turquesa, ningún otro estuvo tan arraigado en la antigua Mesoamérica como el jade.
El Códice Xólotl presenta en su lámina 8 varias escenas sobre la muerte de Tezozómoc, sus funerales en Azcapotzalco e intrigas políticas en Tenochtitlan de Chimalpopoca con Tayatzin.
Las figurillas Mazapa más comunes fueron manufacturadas en molde y se caracterizan por una forma general tabular, con la superficie dorsal carente de acabado o decoración.
Algunos lingüistas usan el método estadístico de la glotocronología para calcular cuánto tiempo ha transcurrido desde la separación de las lenguas emparentadas.
Estos objetos desconocidos hasta ahora, que reflejan la alta calidad y la riqueza del arte olmeca, proporcionan nuevos indicios iconográficos, como la posible capa de plumas.
Gruesas capas de suelos ocultan a la vista restos arquitectónicos de Cotzumalguapa, ciudad del Clásico, con excepción de los más prominentes, que se concentran en tres conjuntos: El Baúl, El Castillo y Bilbao.