En el México prehispánico, el cuerpo humano se utilizó para sacrificios propiciatorios y con fines prácticos, como lo es su aprovechamiento para manufacturar ornamentos y herramientas.
Los mexicas tenían al sacrificio humano como una de sus costumbres religiosas. Sin embargo, no es la única civilización de la antigüedad que realizaba holocaustos en honor a sus dioses.
Generador del tiempo, la luz, el calor y los cuatro rumbos del universo, el Sol, llamado K’inich Ajaw (Señor de Ojo Solar), era tan importante como el dios creador.
Era una ciudad densamente poblada que constaba de cientos de barrios habitacionales rodeados de murallas e interconectados mediante una red de callejones.
Tan sólo por la calidad de sus monumentos, Kabah –vocablo que significa “señor de la mano poderosa”– puede ser considerado uno de los asentamientos más relevantes de la zona Puuc.