Los pescadores nos han abierto las puertas para enseñarnos sus secretos.

Desde tiempo inmemorial nueve pozos formaban en la plaza el centro de esta población.

Pingret, personaje de carácter difícil, residió en nuestro país entre 1850 y 1855.

El estudio de estos monumentos nos remite a instantes cruciales en la historia de las naciones.

Su silenciosa pero imponente presencia fue motivo de curiosidad, admiración, interés científico e, inclusive, codicia.

Debido a la importancia histórica y científica del U.S.S. Somers se han ralizado estudios sobre la embarcación.

Las publicaciones de Melgar comprueban que se interesaba desde mucho tiempo atrás en el pasado prehispánico de México.

La Plaza Mayor de la época colonial cambia su nombre al de Plaza de la Constitución en 1813, cuando en ella se jura la Constitución de Cádiz, que regía en España desde 1812.

La piedra, el nopal, el águila y la serpiente forman la tetralogía que dio pie a la elaboración de nuestros símbolos patrios: la bandera y el escudo nacionales.

La arqueología se utilizó no sólo para llenar los estantes de estudiosos, coleccionistas ricos o artistas, sino también para reforzar las ideas de nacionalidad en México.

En la salida de la avenida Insurgentes norte hacia Pachuca teníamos hasta hace algunos años la presencia de dos enormes esculturas conocidas como “Indios Verdes”.

En un predio de la colonia Tránsito, arqueólogos del INAH registraron una treintena de chinampas donde se asentaba Ateponazco, un sitio que perteneció al campan de Teopan.

A finales de 1890 el notable explorador se internó en territorio mexicano e inició con sus habitantes una intensa relación que abarcó 20 años.

 ¿Quetzalcóatl, un individuo blanco y de ojos azules?

Exploraciones recientes en el exconvento trajeron a la luz restos que dan cuenta de la riqueza histórica del lugar.