Durante miles de años, los pobladores fueron grupos nómadas de cazadores-recolectores. A la larga, en ciertas regiones se dieron las condiciones para la adopción de la agricultura como medio principal de subsistencia, y con ello la definición de dos de las áreas del México antiguo: Mesoamérica y Aridamérica.
El profesor Andrews encabezó en 1960 un programa de reconstrucción y documentación de todos los sitios del área de las tierras bajas mayas. Este trabajo le permitió la compilación de un banco de datos sobre arquitectura maya, que rebasño las cinco mil cuartillas de textos.
Al trazarse un nuevo camino de México a Puebla (en el siglo XIX), se efectuó una excavación al norte de la construcción (la Gran Pirámide), de modo que quedaron a la vista no sólo los adobes con los que está edificada en su núcleo interno, sino que también se descubrió una cámara sepulcral que contenía dos esqueletos, esculturas de piedra y “un gran número de vasijas barnizadas y pintadas con arte”.
Con base en las evidencias arqueológicas, es probable que este edificio haya formado parte del Calmécac (“hilera de casas”), colegio en el que eran educados los hijos de los nobles.
Por sus características generales, dichas maquetas son un claro ejemplo de la arquitectura predominante en el Posclásico Tardío, pues parecen sacadas de alguno de los códices más elaborados.
Bajo del Sagrario Metropolitano hay dos tramos del muro en talud que delimita al Templo del Sol por el lado norte. En el primer tramo se observa un muro en talud con una lápida de andesita rosa empotrada, con la representación de un disco solar en el que se ve un círculo central.
Los códices cumplían con una importante función social, de acuerdo con su temática principal. El calendario religioso (tonalpohualli), además de señalar las fiestas de los dioses y sus ritos, se empleaba para pronosticar el futuro del recién nacido, fijar la partida de los comerciantes, el principio favorable de una guerra o el inicio de la construcción de obras públicas, etc.
En relación con las construcciones arquitectónicas de Cantona, debemos subrayar la ausencia de cementante o argamasa para unir las piedras de los muros. Esta característica estaba presente desde las construcciones más tempranas, de 600 a.C. aproximadamente. Por lo tanto, en Cantona no existen muros verticales –a menos que éstos tengan menos de 40 cm–; hay muros con un grado de inclinación de entre 12 a 15 cm.
La tecnología metalúrgica del México antiguo, que en gran parte se extinguió a causa de la conquista española, fue una de las más variadas e imaginativas de las metalurgias del mundo preindustrial.