La escena es una imagen de guerra: tres dioses dibujados a línea y sin color contrastan con el pigmento rojo intenso del fondo, que recuerda la sangre.
El concepto de ixiptlah es fundamental para la cultura y la religión mexicas. Los dioses se “encarnan” en esos representantes, quienes eran vestidos y tratados como el dios, para luego ser sacrificados.