En el mundo prehispánico as aves fueron materia prima para confeccionar distintas prendas y objetos, con mensajes simbólicos cifrados.

La investigación sobre los objetos de concha encontrados en las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan dio inicio en 1993.

Las plumas preciosas estuvieron a disposición de los gobernantes y otros personajes, en la Cuenca de México, lo cual implica que hubo, en las provincias imperiales, una industria plumaria floreciente.

A lo largo de 23 años se  han registrado más de 70 plantas distintas, que fueron depositadas en las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitllan.

El águila real o Aquila chrysaetos ocupa un lugar de privilegio en el arte plumario de Tenochtitlan. Además es la creatura más venerada del bestiario mexica.

En marzo de 2004 iniciamos el proyecto “La lapidaria del Templo Mayor: estilo y tradiciones tecnológicas”.

Los restos recuperados en el marco del Proyecto Templo Mayor vinculados con esta práctica corresponden a poco más de 150 individuos.

La fiesta dedicada al dios Xipe Tótec, tlacaxipehualiztli, y su vinculación con los escenarios arquitectónico y escultórico,

el edificio conocido como Casa del Marqués del Apartado fue construido a iniciativa del señor Francisco Manuel Cayetano de Fagoaga y Arozqueta, quien fue “apartador de oro y plata” entre 1718 y 1778

A través de cristales templados, se muestran restos de un gran basamento mexica.

En la Piedra del Sol se hallan en bajorrelieve dos gigantescas serpientes de fuego que enmarcan el perímetro de la piedra circular.

En la serpiente de fuego se combinan elementos de diferentes animales: cabeza y cuerpo de serpiente, fauces del monstruo de la tierra o de un gran lagarto y extremidades o patas con garras de águila o cocodrilo.

El museo se compone de ocho salas. Las cuatro primeras, ubicadas del lado sur, se relacionan, con el culto a Huitzilopochtli. Las otras cuatro, ubicadas en el ala norte, tienen que ver con el culto a Tláloc.

Las ventana arqueológicas sirven para que los transeúntes se percaten que, debajo de la actual Ciudad de México, subyacen las presencias del pasado.

El temalácatl está pintado de rojo, en su parte superior, al centro, está labrada una deidad solar.