En la serpiente de fuego se combinan elementos de diferentes animales: cabeza y cuerpo de serpiente, fauces del monstruo de la tierra o de un gran lagarto y extremidades o patas con garras de águila o cocodrilo.

El museo se compone de ocho salas. Las cuatro primeras, ubicadas del lado sur, se relacionan, con el culto a Huitzilopochtli. Las otras cuatro, ubicadas en el ala norte, tienen que ver con el culto a Tláloc.

En México, desde tiempos inmemoriales, hay cuatro fechas que han marcado los momentos clave del ciclo del maíz.

Las ventana arqueológicas sirven para que los transeúntes se percaten que, debajo de la actual Ciudad de México, subyacen las presencias del pasado.

El temalácatl está pintado de rojo, en su parte superior, al centro, está labrada una deidad solar.

Los instrumentos agrícolas, se utilizaron especialmente en los sistemas intensivos y de mediana intensidad, en los cuales el suelo se labraba en distintos grados.

Después de labrar el cristal de roca, y la obsidiana, debe haber sido un juego trabajar el tecali, para estos insuperables lapidarios.

La humanización del maíz lo habilitó para convertirse en uno de los tres productos que sustentan al mundo, junto con el trigo y el arroz.

“los dioses de antiguo adorados parecían haber muerto”

En la tumba 7 de Monte Albán, Oaxaca, se encontraron turquesas de diferente clase y color.

Ochpaniztli era una fiesta de renovación, de principio y de siembras. Estaba dedicada sobre todo a las deidades Toci, Chicomecóatl, 7 y  Atlan Tonan.

El dios E o del maíz (Ahan [?]) porta sobre la mano los jeroglíficos del tamal y del agua.

Probablemente la mandíbula descarnada señala el acto de comunicarse con los ancestros y los difuntos en general.

Los personificadores de zarigüeyas cargan sobre sus espaldas el destino del año que está por empezar.

Los objetos encontradas en la Tumba 7, han aumentado de una manera considerable la riqueza en objetos mexicanos de cristal de roca existentes en el mundo.